miércoles, diciembre 28, 2005

FELIZ AÑO

Elegir una canción. Elegir una frase. Elegir un amor. Elegir un momento. Elegir un suspiro. Elegir una sonrisa, o dos. Elegir una lágrima. Elegir un nudo en la garganta. Elegir una palabra. Elegir un color. Elegir un día. Elegir una película, un libro, una anécdota. Elegir un amigo. Elegir un trabajo. Elegir una hora. Elegir un jersey, una falda. Elegir cómo quiero. Elegir cuándo quiero. Elegir con quién quiero. Elegir si te quiero. Elegir si te digo. Elegir si te hago. Elegir quedarme. Elegir marcharme. Elegirte a ti. No elegir a nadie. Tenerlo todo. No tener nada. Querer lo que tengo. Querer lo que no tengo. Conformarme o buscar más.
Sentir una canción. Recordar una frase. Pertenecer a un amor. Disfrutar un momento. Dejar escapar un suspiro. Conseguir una sonrisa, o dos. Dejar escapar una lágrima. Sufrir un nudo en la garganta. Regalar una palabra. Entender un color. Vivir un día. Descubrir una película, un libro, una anécdota. Conservar un amigo. Encontrar un trabajo. Contar con una hora. Comprar un jersey, una falda. Imaginar cómo quiero. Decidir cuándo quiero. Hacerlo con quién quiero. Confesar si te quiero. Probar si te digo. Desear si te hago. Aceptar quedarme. Aceptar marcharme. Amarte a ti. No amar a nadie. Ser feliz. Seguir esperando... el bus se retrasa...

martes, diciembre 27, 2005

Recuerdos

Recuerdo que las horas pasaron pero no soy capaz de recordar su contenido. Recuerdo el filo de las cuchillas, el desmontarlas y sus besos. Recuerdo como temblaba el pulso. Recuerdo despertarme en un sitio donde no se como llegue, y recuerdo ver a Jose pablo, aunque nos habia dejado hace años ya. Y recuerdo que me dijo que le siguiera.
Recuerdo que no me creiste. Recuerdo que nunca supiste que fue por verte irte sin mirar atras.

En 30 segundos....

Me sobran 29 para decirte que te quiero. No necesito mas que 28 para demostrarlo. Y en 27 ya perdiste la confianza. En 25 habiamos roto las ilusiones que habiamos creado en 26. Y la confianza no se recupero en los 24. Desespere por primera vez a los 23, pero quise quererte de nuevo en 22 segundos. Ninguno nos dimos cuenta que solo habiamos necesitado 21 para darnos de nuevo la mano. Y 20 para volver a perdernos. Quiza fueron los 19 los que nos separaron, aunque ya con 18 nos habiamos olvidado. Con 17 segundos rehicimos nuestras vidas, y con 16 ya eramos completos extraños. Cuando pense que solo necesitaba 15 segundos para ver las fotos de nuestra historia, la melancolia del 14 me llevo a romperlas en el 13. En 12 segundos ya quise recuperarte, y solo tarde 11 en encontrarte de nuevo. Te costo recordarme, necesitaste 10 segundos, pero al 9 ya me di cuenta que era mentira y si me recordabas. 8 segundos y decidimos juntar de nuevo nuestras vidas, 7 segundos fuimos los mas felices del universo, en 6 segundos nos precipitabamos de nuevo a la locura, 5 segundos y no eramos conscientes, 4 segundos y no podiamos vivir separados, 3 segundos y el pasado ya pesaba, 2 segundos tarde en decirte te quiero, 1 segundo tardamos en saltar al vacio para no separnos jamas

ALGO DIVERTIDO


Está lloviendo fuera.
Qué chorrada de frase. Está lloviendo fuera. Como si pudiera llover dentro. Y que forma tan difícil de comenzar un texto que lleva por título “Algo Divertido”. Pero bueno, así lo voy a comenzar. Sería demasiado fácil borrar lo que he escrito hasta ahora para recomenzar mi historia con un “Fuera luce un sol espléndido...”. ¿O es que acaso no puede ser un día lluvioso algo divertido?

Está lloviendo fuera y yo he decidido que el sonido de las gotas en la ventana me va a acompañar este jueves de un modo divertido. También sería muy fácil decir que me traen nostalgia de otras épocas y otras lluvias. Que el gris del cielo me toca en el recuerdo y en la nostalgia... No, no, no. Esta lluvia de hoy me divierte. Son gotitas que caen y se estrellan donde pillan, y mientras caen, unas van diciendo: “¡¡Geróooooonimo!!” y otras a su vez: “¡¡¡¡uyuyuyuyuy!!... que me la pego, que me la pego!!... chof!!”. Y oigo a la vecina que colgó la ropa hace un cuarto de hora corriendo por los pasillos: “Joder! Que está lloviendo, que está lloviendo!!” como avisando a las camisas y los pantalones para que de un brinco se metan en casa por la ventana donde los han colgado. Y ellos pensarán “ pues ahora a joderse, por colgarnos aquí fuera de mala manera... no me pienso secar en tres días, Manoli”.
Ahora llueve aún más fuerte y debe ser divertido ver a la gente en los soportales arrimándose a la pared y poniéndose perdidos de cal por no mojarse, cuando la verdad es que ya están calados hasta los huesitos... con las gotas que caen de las cornisas directamente a tu ojo cuando miras hacia arriba para percatarte de que, efectivamente sigue lloviendo a cántaros (como si no estuvieras seguro, ya ves tu).
Sería divertido calzarse las katiuskas que ya no recuerdo ni como se escriben de tiempo que hace que no me compro unas, y bajar a la calle a pegar saltos en los charcos... y volverme Gene Kelly un ratito agarrada a la primera farola que pille. Antes, eso sí, de pegarme la gran ostia que seguro me daría al escurrírseme una de las Katiuskas en la base de la farola en cuestión cuando llegará a la parte que dice”... and I’m happy again...”. Toma happy again!!. Pero eso solo sería divertido si cuento con alguien a mi lado para que se descojone de risa señalándome con el índice y agarrándose la tripa. Y entonces, tendría su punto que pasara un autobús de línea por detrás suya y le pegara un señor baño por detrás de modo que yo desde el suelo pudiera ver con todo lujo de detalles la cara de buho que se le pone.
Qué divertido sería.
Lo único que falla es que no repongan Barrio Sésamo, para llegar a casa calados y poder tomar un chocolate con magdalenas viendo a Coco y compañía... Ahora está Terelu, pero oye, no es lo mismo.

(2002)

VERANO


Parece que por fin el verano ha llegado a Madrid. Lo veo pasar por delante de mi casa con la maleta en la mano. Seguramente llega de Atocha y se va a quedar en Lavapiés.
Él llega y tú, que te fuiste en otoño, no vuelves con él. Pensé que llegarías con la primavera, pero no fue así. Y el verano tampoco te trae de vuelta. Quizá te fuiste para no volver. O quizá fui yo la que se quedó aquí para no irse nunca. Para no irme contigo a ese norte que no conozco y me duele desde la ignorancia. Te llevaste mi alma en la maleta y dejaste mi cuerpo en la ciudad.
Hace dos años no existía más geografía para nosotros que las calles que hoy recorro sola. Pero tú ya no podías más y una mañana de octubre cogiste un autobús en Méndez Álvaro. La tristeza acaba con todo.
Y mientras veo desde mi balcón como el verano despliega sus colores por la calle en la que vivo, me imagino como será allá donde tú estés. Sin Retiro, sin Santa Ana, sin Latina, sin Segovia... y sin mí. Sólo alcanzo a pensar que el vacío que siento a mi lado cuando camino, no será el mismo que puedas sentir tú cuando caminas, ¿o acaso podría yo dejar vacío en escenarios en los que no he estado?... ¿Encontrarás alguna plaza como nuestra plaza? ¿algún cine como nuestro cine? ¿algún café como nuestro café?... (alguna cama como mi cama...).

Da igual donde estés, o lo que encuentres, o lo que eches de menos desde allí. Lo que importa es que aquí el verano, como la primavera y el invierno antes que él siguen respetando tu vacío. Esperando conmigo a que quieras volver.
(junio 2002)

lunes, diciembre 26, 2005

HÉROES

Como si los llevara dentro de mi ansiedad encuentro los héroes donde los busco. Al principio no supe distinguirles, pero ya enrielado en las artimañas de la vida, los veo pasar a mi lado y aprendo a darles lo que no poseen. Pero he aquí que me siento abrumado de este heroísmo y lo rechazo cansado. Porque ahora quiero hombres que doblen la espalda a la tormenta, hombres que aúllen bajo los primeros latigazos, héroes sombríos que no sepan sonreír y que miren la vida como una gran bodega, húmeda, lóbrega, sin rendijas de sol.
Pero ahora no los encuentro. Mi ansiedad está llena de los viejos heroísmos, de los antiguos héroes.
Pablo Neruda ("Para nacer he nacido")

miércoles, diciembre 21, 2005

SEÑOR DE LA NOCHE - JM Serrat


Señor compañero,
señor de la noche,
haz que vuelva su rostro
quien no quiso mirarme.
Que sus ojos me busquen

sostenidos y azules
por detrás de la barra.
Que pregunte mi nombre
y se acerque despacio
a pedirme tabaco.

Señor de la noche,
dios de la barra,
ángel del sí,
sota de copas,
flor del pecado:
reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.

Si prefiere quedarse,
haz que todos se vayan
y este bar se despueble
para dejarnos solos
con la canción más lenta.

Si decide marcharse,
que la luna disponga
su luz en nuestro beso
y que las calles sepan
también dejarnos solos.

Señor de la noche,
dios de la barra,
ángel del sí,
sota de copas,
flor del pecado:
reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.

Haz que no cante el gallo
sobre los edificios,
que se retrase el día
y que duren tus sombras
el tiempo necesario.

Señor de la noche,
rey de los forajidos,
llévame a los jardines
de la dulce serpiente
y los sueños cumplidos.

Señor de la noche,
dios de la barra,
ángel del sí,
sota de copas,
flor del pecado:
reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.

Haz que vuelva su rostro
quien no quiso mirarme.
Que sus ojos me busquen
sostenidos y azules
por detrás de la barra.
Que pregunte mi nombre
y se acerque despacio
a pedirme tabaco.

Señor de la noche,
dios de la barra,
ángel del sí,
sota de copas,
flor del pecado:
reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.

jueves, diciembre 15, 2005


We're coming to the edge,
running on the water,
coming through the fog,
your sons and daughters.
Let the river run,
let all the dreamers
wake the nation.
Come, the New Jerusalem.

Silver cities rise,
the morning lights
the streets that meet them,
and sirens call them on
with a song.

It's asking for the taking.
Trembling, shaking.
Oh, my heart is aching.

We're coming to the edge,
running on the water,
coming through the fog,
your sons and daughters.

We the great and small
stand on a star
and blaze a trail of desire
through the dark'ning dawn.

It's asking for the taking.
Come run with me now,
the sky is the color of blue
you've never even seen
in the eyes of your lover.

Oh, my heart is aching.
We're coming to the edge,
running on the water,
coming through the fog,
your sons and daughters.

[guitar]

It's asking for the taking.
Trembling, shaking.
Oh, my heart is aching.
We're coming to the edge,
running on the water,
coming through the fog,
your sons and daughters.

Let the river run,
let all the dreamers
wake the nation.
Come, the New Jerusalem.


Carly Simon (BSO ARMAS DE MUJER)

martes, diciembre 13, 2005

Para A.

Podría dejarme mecer por recuerdos sencillos, de esos que forman parte de todas las historias. Recuerdos cotidianos que podrían ser tan tuyos y míos como de cualquier otra pareja. Podría hacerlo, te repito, y sé que tal vez justo ahora me emocionarían más que cualquier fugaz confesión de amor eterno o pasión desmedida.

Hoy, un lunes como cualquier lunes en el que nada especial ha ocurrido en mi vida, pensar en todos aquellos lunes corrientes que pasé contigo, tal vez me pondría triste. Pensar, por ejemplo, en la esquina donde esperaba a que salieras del trabajo para ir a comer al Chino. La esquina donde hay una librería sobre Historia, y donde yo buscaba siempre en el escaparate la aparición de un nuevo libro. Y tú, aparecías siempre por la misma acera con tu singular forma de andar. Y no sentir que el corazón me diera un brinco o que las rodillas me temblaran al verte aparecer, no era razón para sentirse triste, ahora lo sé...aquello sólo era paz. No tener que enfrentarme al reto de conocerte y descubrir si me enamorabas o no, era paz. Confesar sin vergüenza que no conozco este libro, o aquella película, o dónde está exáctamente Tanzania, era paz. Decirte que me apetece y que no me apetece, sin medir mis palabras, era paz. Levantarme por las mañanas y saber que estabas, sin necesidad de imaginar dónde o con quién, era paz. Descubrir algo que te gustaba y regalártelo, era paz. Tener algo que contar y poder contártelo, era paz. Saber que estabas esperándome donde terminaba mi viaje en metro, era paz. Acercarme a ti y besarte, y saber que te hacía feliz sin necesidad de ponerte ya nervioso, era paz. Tenerte conmigo durante años...me daba paz.

Pero un día desperté y sentí que aún era joven para la paz y que desde el frente, me llamaban las trincheras. Y ahora, como todos los soldados, desde las trincheras, sueño con que de nuevo, algún día: llegue la paz...

(porque, aunque ya no siento lo que sentía, alguna vez...lo sentí)

lunes, diciembre 12, 2005

CALLE MELANCOLÍA (en Lavapiés, seguro)


Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.


Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía


J. Sabina

"Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido. En el caso de una tragedia requiere, inexcusablemente, la labor del duelo, que es del todo independiente de que haya o no reconciliación y perdón. En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable. Por el contrario, se festeja, una y otra vez, en la relativa normalidad adquirida, la confusión entre que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y de ausencia de vida. El duelo no es ni siquiera cuestión de recuerdo: no corresponde al momento en que uno recuerda a un muerto, un recuerdo que puede ser doloroso o consolador, sino a aquél en que se patentiza su ausencia definitiva. Es hacer nuestra la existencia de un vacío".
Carlos Piera, "Introducción" a Tomás Segovia:
En los ojos del día: antología poética

miércoles, diciembre 07, 2005

Diciembre


Cuando era pequeña y quería cambiar algo de lo que pasaba en el mundo, cerraba los ojos y decía para mí misma “que no sea cierto, que sea un sueño, que desaparezca”. Ahora ya no me ocurre esto. Ahora cuando me gustaría que algo en mi vida cambiara, que alguna crisis terminara, siento que debo esperar y ser paciente. Y a mi siempre me ha costado ser paciente. Pero ahora siento que debo hacerlo. Con lo que ocurre fuera de mi piel y con lo que ocurre dentro.


A veces no me apetece llevarme bien con el mundo. Pero ni siquiera esas veces me quiero bajar del tren. Sigo pensando que soy afortunada, y que las batallas perdidas y las sombras en la mirada solo consiguen volverme más real y más mujer. Y también por eso, soy afortunada.

miércoles, octubre 26, 2005

TAKE THE LONG WAY HOME...

So you think you’re a romeo
Playing a part in a picture-show
Take the long way home
Take the long way home

Cos you’re the joke of the neighborhood
Why should you care if you’re feeling good
Take the long way home
Take the long way home

But there are times that you feel you’re part of the scenery
All the greenery is comin’ down, boy
And then your wife seems to think you’re part of the
Furniture oh, it’s peculiar, she used to be so nice.

When lonely days turn to lonely nights
You take a trip to the city lights
And take the long way home
Take the long way home

You never see what you want to see
Forever playing to the gallery
You take the long way home
Take the long way home

And when you’re up on the stage, it’s so unbelievable,
Unforgettable, how they adore you,
But then your wife seems to think you’re losing your sanity,
Oh, calamity, is there no way out?

Does it feel that you life’s become a catastrophe?
Oh, it has to be for you to grow, boy.
When you look through the years and see what you could
Have been oh, what might have been,
If you’d had more time.

So, when the day comes to settle down,
Who’s to blame if you’re not around?
You took the long way home
You took the long way home...........


SUPERTRAMP

lunes, octubre 24, 2005

REIR Y LLORAR




Lloran las ramas
Azotadas por el viento
Las raíces se están riendo
En la oscuridad
Sentado en la fuente
Me mojo la cara
Y un aire caliente...
Malditas palabras
La Coca-Cola
Siempre es igual
Pero yo no,
Yo puedo cambiar
Yo no quiero más
Tener buena suerte
Abrázame fuerte
Y hazme volar
Hazme reír
Hazme llorar
Reír y llorar
Mirando a los cielos
Con los pies en la maceta
Yo también tengo
Mi fórmula secreta
La Coca-Cola
Siempre es igual
Yo a veces tampoco
Puedo cambiar
Ya no quiero más
Tener buena suerte
Abrázame fuerte
Y hazme volar
Hazme reír
Hazme llorar
Reír y llorar

Kiko Veneno

lunes, octubre 17, 2005

A mi padre...

Lo único que pensaba, aunque no creo que pensara jamás, era que su sombra y él, cuando se juntaran, se unirían como dos gotas de agua y cuando no fue así se quedó horrorizado. Intentó pegársela con jabón del cuarto de baño, pero eso también falló. Un escalofrío recorrió a Peter, que se sentó en el suelo y se echó a llorar.
Sus sollozos despertaron a Wendy, que se sentó en la cama. No se alarmó al ver a un desconocido llorando en el suelo del cuarto, sólo sentía un agradable interés.
-Niño -dijo con cortesía-, ¿por qué lloras?
Peter también podía ser enormemente cortés, pues había aprendido los buenos modales en las ceremonias de las hadas y se levantó y se inclinó ante ella con gran finura. Ella se sintió muy complacida y lo saludó con elegancia desde la cama.
-¿Cómo te llamas? -preguntó él.
-Wendy Moira Angela Darling -replicó ella con cierta satisfacción-. Y tú, ¿cómo te llamas?
-Peter Pan.
Ella ya estaba segura de que tenía que ser Peter, pero le parecía un nombre bastante corto.
-¿Eso es todo?
-Sí -dijo él con aspereza. Por primera vez le parecía que era un nombre algo corto.
-Cómo lo siento -dijo Wendy Moira Angela.
-No es nada -masculló Peter.
Ella le preguntó dónde vivía.
-Segunda a la derecha -dijo Peter-, y luego todo recto hasta la mañana.
-¡Qué dirección más rara!
Peter se sintió desalentado. Por primera vez le parecía que quizás sí que era una dirección rara.
-No, no lo es.
-Quiero decir -dijo Wendy, recordando que era la anfitriona-, ¿es eso lo que ponen en las cartas?
Él deseó que no hubiera hablado de cartas.
-Yo no recibo cartas -dijo con desprecio.
-Pero tu madre recibirá cartas, ¿no?
-No tengo madre -dijo él. No sólo no tenía madre, sino que no sentía el menor deseo de tener una. Le parecía que eran unas personas a las que se les había dado una importancia exagerada. Sin embargo, Wendy sintió inmediatamente que se hallaba en presencia de una tragedia.
-Oh, Peter, no me extraña que estuvieras llorando -dijo y se levantó de la cama y corrió hasta él.
-No estaba llorando por cosa de madres -dijo él bastante indignado-. Estaba llorando porque no consigo que mi sombra se me quede pegada. Además, no estaba llorando.
-¿Se te ha despegado?
-Sí.
Entonces Wendy vio la sombra en el suelo, toda arrugada y se apenó muchísimo por Peter.
-¡Qué horror! -dijo, pero no pudo evitar sonreír cuando vio que había estado tratando de pegársela con jabón. ¡Qué típico de un chico!
Por fortuna ella supo al instante lo que había que hacer.
-Hay que coserla -dijo, con un ligero tono protector.
-¿Qué es coser? -preguntó él.
-Eres un ignorante.
-No, no lo soy.
Pero ella estaba encantada ante su ignorancia.
-Yo te la coseré, muchachito -dijo, aunque él era tan alto como ella y sacó su costurero y cosió la sombra al pie de Peter.
-Creo que te va a doler un poco -le advirtió.
-Oh, no lloraré -dijo Peter, que ya se creía que no había llorado en su vida. Y apretó los dientes y no lloró y al poco rato su sombra se portaba como es debido, aunque seguía un poco arrugada.
-Quizás debería haberla planchado -dijo Wendy pensativa, pero a Peter, chico al fin y al cabo, le daban igual las apariencias y estaba dando saltos loco de alegría. Por desgracia, ya se había olvidado de que debía su felicidad a Wendy. Creía que él mismo se había pegado la sombra.

martes, octubre 11, 2005

everything's not lost - coldplay

When I counted up my demons
Saw there was one for every day
With the good ones on my shoulders
I drove the other ones away

So if you ever feel neglected
And if you think that all is lost
I'll be counting up my demons, yeah
Hoping everything's not lost

When you thought that it was over
You could feel it all around
And everybody's out to get you
Don't you let it drag you down

'Cos if you ever feel neglected
And if you think that all is lost
I'll be counting up my demons, yeah
Hoping everything's not lost

If you ever feel neglected
If you think that all is lost
I'll be counting up my demons, yeah
Hoping everything's not lost

Singing out
Oh, oh, oh, yeah
Oh, oh, yeah
Oh, oh, yeah
Everything's not lost

So come on, yeah
Oh, oh, yeah
Come on, yeah
And everything's not lost

Oh, oh, yeah
Oh, oh, yeah
Oh, oh, yeah
And everything's not lost

Come on, yeah
Oh, oh, yeah
Come on, yeah

Come on, yeah
Oh, oh, yeah
Come on, yeah
And everything's not lost

Sing out, yeah
Oh, oh, yeah
Come on, yeah
And everything's not lost

Come on, yeah
Oh, oh yeah
Sing out, yeah
And everything's not lost

lunes, octubre 10, 2005

FANTASMAS

No quiero que vuelvan a mis sueños. No quiero que vuelvan.

Quiero un otoño de vino y rosas...no quiero este otoño los recuerdos añiles de acuarelas pasadas.

Se acabó. Se acabó. Se acabó.

Sólo miro hacia adelante, solo miro al horizonte...todo lo que dejo tras de mi se quedará allí irremediablemente. No pienso volver la cabeza. No voy a convertirme en estatua de sal.

Buenas noches, noche...Traeme sueños nuevos.

martes, octubre 04, 2005

EL ESPEJO

Creo que te he visto hoy en el metro. Creo que por un segundo me ha parecido ver tu cara. Pero cuando he ido a mirar mejor se han abierto las puertas y te has esfumado... así que he seguido leyendo entre empujones y gritos. Uno no se entera de lo que lee cuando lee en el metro, pero te da tiempo a leer muchas páginas. Eso está bien.
He venido corriendo al trabajo porque de nuevo llegaba tarde y en las escaleras del metro he pegado un traspiés y casi me esnuco... pero al final he conseguido fichar solo con diez minutos de retraso. Para colmo hoy no funcionaba la fotocopiadora, el café se me ha quedado frío porque me lo he ido dejando aparcado en todas las mesas de mis compañeros de departamento mientras recogía informes, y cuando por fin he conseguido pegarle un trago, casi se lo escupo en la cara a Vicente de la arcada que he sentido. Bueno, mañana desayunaré con más calma... lo intentaré al menos.
A la hora de la comida, también me ha parecido verte en el Burguer. Pero quizá es obsesión. Pasaba casi corriendo con la bandeja en la mano y adiviné tu reflejo en uno de los tablones donde aparecen los menús. Pero al girarme ya no estabas. No debías ser tú.
Volví al trabajo y me tomé un Almax porque la mostaza y los pepinillos me estaban taladrando el alma desde el estómago... ¡y como para perder tiempo está una!.
Cuando he salido ya era de noche. He estado esperando el bus junto con dos docenas más de personas bajo una minicornisa y una lluvia torrencial que ni es de primavera, ni de verano, ni de nada... lo único para lo que sirve es para aguarnos la vuelta a casa a todo el mundo. Y cuando ha llegado el autobús petado hasta arriba, te he vuelto a ver en el reflejo de la puerta. Y ya eran demasiadas coincidencias, nena... Pero no he tenido tiempo para buscarte entre la gente y preguntarte por qué has pasado de los colegas durante tanto tiempo, anda que menuda agendita tenemos, eh?. He subido como he podido, metiendo codazos a diestro y siniestro y me he acoplado en un rincón al lado de una de las puertas de atrás.
He llegado a casa sobre las diez de la noche. Me dolía la espalda y la cabeza y no me apetecía cenar nada. He escuchado los mensajes del contestador sin prestarles mucha atención mientras me preparaba un cola cao caliente y encendía la tele. ..
Me he despertado con un dolor de cuello horrible. Como me fastidia quedarme dormida en el sillón. Son las dos menos cuarto de la mañana. Me he arrastrado como he podido hasta el baño y cuando voy a encender la luz del espejo....

-- “Joder!! Qué susto!! ¿Otra vez tú? En el metro, en el burguer, en el bus... Menuda cara tienes... estoy reventada y me voy a la cama que mañana me espera un infierno en la oficina... un día de estos hablamos. Sin falta. Te lo prometo... Pero, ¿qué haces?, ¿no te irás a poner a llorar?... de verdad que no tengo un minuto libre, pero en cuanto pueda te aviso. Seguro que tenemos muchas cosas que contarnos... “

viernes, septiembre 30, 2005

Hoy te lo dedico a ti...


Lejos si viajas hacia el sur
junto a la playa
hay una casa con el tejado azul
y tres ventanas
si le ves dile que estoy bien
y que aún me acuerdo
de lo fríos que encontré sus piés
en ese invierno oscuro tan extraño

ahora se que su corazón
estaba blindado
en cambio el mío era como un tambor
aporreado
él me dijo: si vienes de paseo
me gustaría
hacer noche envuelto entre tu pelo
por esos días que tuvimos en las
manos

flores raras
flores raras
¿Sabes? no me paré a pensar
mientras guardaba
todas mis cosas para correr detrás
de una corazonada
ahora se que fue una estación
en el viaje
y estas flores son solo lo que son
crecen salvajes y no saben lo que
hacen

flores raras
flores raras

Hace dos años le ví en un café
con una niña que hablaba francés
no dije nada, no me acerqué
todos los besos acaban por ser

flores raras, flores caras
flores raras, flores malas

Letra y Música: Rosenvinge

martes, septiembre 27, 2005

Me gusta el café...

EXPRESSO LOVE

by Mark Knopfler


She gets the sun in the daytime
Perfume in the dusk
And she comes out in the night time
With the honeysuckle musk
Because she smells just like a rose
And she tastes just like a peach
She got me walking where the wildlife goes
I'd do anything to reach her
And she was made in heaven
Heaven's in the world
Is this just expresso love
You know I'm crazy for the girl
She call me just to talk
She's my lover, she's a friend of mine
She says hey mister you wanna take a walk
In the wild west end sometime
And I get trouble with my breathing
She says boys don't know anything
But I know what I want
I want everything
Well I feel so good cos I feel so good
And I feel so good cos it feels so right
I was made to go with my girl
Like a saxophone was made to go with the night
And she can raise one eyebrow
Put her hand on my hip
And I close one eye now
Sweat on her tip
And I surrender to the fever
She love me so tender I got to believe her
Love? Express love's alright
I don't want no sugar in it
Thank you very much
All wired up on it all fired up on it
Express touch
Hey maestro expresso
It's just another one just like the other one
Hey maestro express
Is this another one just like the other one

lunes, septiembre 05, 2005

MUJER SOLTERA E INDEPENDIENTE BUSCA HOMBRE…PARA SEGUIR SIÉNDOLO CON ÉL

“No me salía llamarte”. Durante seis meses si le ha salido llamarme, y ahora de pronto ya no. ¿Desde cuando y por qué razón? ¿Desde que ha descubierto que no le necesito? Porque es cierto, no le necesito. No le necesito para trabajar, para abrir una cuenta en el banco, para comprarme un coche o para salir una noche de juerga. Pero igual no se para a pensar que todas esas cosas en las que no le necesito, tal vez quiera compartirlas. Tengo treinta y un años, una profesión con futuro en la que no me falta trabajo, tengo casa propia, un buen coche, y no soy tonta. Y además como colofón, los hombres suelen fijarse en mí.
Supongo que todo ocurre más o menos de este modo. Chica conoce chico y ambos se interesan el uno por el otro. Quedan varias veces. Las suficientes para que él se de cuenta de que no soy ni menos culta, ni menos lista, ni menos trabajadora que él y decida que mantener una relación conmigo no le conviene o no le compensa. No puede cuidar de mí, y lo que es peor tal vez yo tampoco quiera “cuidar de él” como lo hace mamá.
Se le debe hacer cuesta arriba descubrir que discuto sus ideas porque le entiendo cuando las expone. Que a veces estoy de acuerdo, pero otras (joder!) no lo estoy. Debe ser extrañísimo que no renuncie a mi vida como tampoco lo hace él porque sería renunciar a mí misma. Con lo bonito que era aquello de: “te amo tanto que daría mi vida por ti”. No en el sentido de pegarse un tiro sino de darte literalmente mi vida. Por estúpido que parezca, que yo tenga un Audi A3 y tú un Renault Clio hace que nuestra relación sea del todo imposible. Distinto sería si el Audi fuera tuyo y yo no tuviera ni carnet de conducir. Quizá pienses que mi lado bueno es el que se ve desde la ventanilla del copiloto, ¡qué sé yo!. Y si para conocer mundo y viajar tampoco necesito que me lleves las maletas y me hagas de traductor, apaga y vámonos. Es normal que “no te salga llamarme”.
Y lo peor de todo es, que quizá te estés perdiendo algo mucho mejor que el hecho de que una mujer te necesite para vivir. Y es, que una mujer que no necesita a nadie para vivir, te elija sin embargo, para compartir su vida contigo.

domingo, julio 24, 2005

ME GUSTA TODO DE TI...(a veces pasa, oye)

Me gusta todo de ti
tus ojos de fiera en celo
el filo de tu nariz
el resplandor de tu pelo

Me gusta todo de ti

Me gusta todo de ti
la luna de tu sonrisa
de gato de chesire
colgada de la cornisa de la cornisa

Tu colágeno y la miel
de tus labios perfilados
los modales de tu piel.

Me gusta todo de ti
tu ombligo menudo y chato
tu talle de maniquí
el lunar de tu omoplato

Me gusta todo de ti

Me gusta todo de ti
tus pezones como lilas
alcancía carmesí
tu ingles y tus axilas

lo esconde un "no sé qué"
de los pies a la cabeza
me gustas, pero por piezas
te quiero, pero a pedazos.

Me gusta todo de ti

Me gusta todo de ti,
pero tú no.
Tú no.

Me gusta todo de ti
por eso, muchacha guapa.
me diste la lengua y
me la planté en la solapa.

Me gusta todo de ti

rescate tu Corazón
del cubo de la basura
para hacerme un medallón
de bisutería pura.

Me gusta todo de ti
eres tan linda por fuera
que a retales yo quisiera
llevarte puesta de adorno.

Me gusta todo de ti,
pero tú no.
Tú no.


JMS

sábado, julio 23, 2005

SOUVENIR - Alex y Christina

Escucha amigo esta historia tan triste y tan real
Escucha en qué se puede convertir un dulce hogar
Y es que el amor no tiene nada que ver
con la sartén, la aspiradora y el mantel

Y ahora suena el despertador y me quiero morir
cualquier día de estos te juro que lo tiro por fin
y este maldito café, que sabe a yo que sé
pero ya basta de hablar, hay que ponerse a trabajar

Pero ya tengo un plan
para escapar
Me largaré por la puerta de atrás
Dejaré un souvenir muy especial
Que bonito será verlo todo estallar

Pero cuidado que viene el tirano con ganas de gritar
está hambriento como un león y tal vez quiera algo más
(el postrecito especial)
Pues ahí está la tortilla y déjame en paz
no quiero ver tus sucias manos en mi piel

Así que escucha mi amigo el consejo de esta pobre infeliz
este contrato es un timo y tu aún estás a tiempo de huir
Cuando te vayan a hacer esa proposición
echa a volar y no te pares hasta Madagascarrrrrrr

Quiero ver la cara que él va a poner
cuando vuelva a cenar y vea que ya no está
su preciosa casita, ni su mujercita
que con la dinamita se lo ha cargado todo

viernes, julio 22, 2005

ROMANCE SONÁMBULO (en una noche de verano)


Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata plata
Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas.
*
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas, que vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
*
--Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

*
-- Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿ No veis la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
--Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo.
Ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
--¡Dejadme subir!, dejadme
hasta las altas barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
*
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.
*

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.

--¡Compadre! ¿Dónde está, dime?¿Dónde está tu niña amarga?

--¡Cuántas veces te esperó!¡Cuántas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe,
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.


Federico García Lorca

jueves, julio 21, 2005

MINI RELATO


ADIOS MADRID

Ahora que me marcho de Madrid y no sé cuando volveré, paso por última vez por el callejón del Gato para mirarme en sus espejos, como Max Estrella. Y los espejos me hablan de mí sinceramente, esperpénticamente. En estas calles me hice el alma jirones, y caminé boca abajo, y le aullé a la luna. Hoy escucho la radio desde mi coche en la autopista y una voz de locutor me cuenta que esta noche alguien rompió los espejos en el Callejón del Gato. Y se quedaron todos rotos por el suelo, como los pedazos de mi corazón.
Qué tendrá Madrid. Es ruidosa, está fea, se enfada contigo por las mañanas y no te hace caso cuando vuelves cansada a casa. Te ignora durante días y luego de pronto, una sola noche de luna que te ofrece sus risas en una taberna, se queda con tu corazón. Pero el mío se rompió con tanta triste realidad. Necesito encontrar otro escenario donde no me duelan los pulmones cuando quiera seguir soñando.
He llegado a la playa donde viviré a partir de hoy. Abro mi bolso y saco de él un trocito de espejo. Un trocito de mi corazón. El trocito de Madrid que me sigue mostrando quién soy, esté donde esté.

miércoles, julio 20, 2005

MI MADRID...


Con su boina calada,con sus guantes de seda,
su sirena varada, sus fiestas de guardar,
su vuelva usted mañana, su sálvese quien pueda,
su partidita de mus, su fulanita de tal.
Con su todo es ahora, con su nada es eterno,
con su rap y su chotis, con su okupa y su skin,
aunque muera el verano y tenga prisa el invierno,
la primavera sabe que la espero en Madrid.

Con su otoño Velázquez, con su Torre Picasso,
su santo y su torero, su Atleti, su Borbón,
sus gordas de Botero, sus hoteles de paso,
su taleguito de hash, sus abuelitos al sol.

Con su hoguera de nieve, su verbena y su duelo,
su dieciocho de julio, su catorce de abril.

A mitad de camino entre el infierno y el cielo
yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid.

Aunque la noche delire como un pájaro en llamas.
Aunque no dé la gloria la Puerta de Alcalá.
Aunque la maja desnuda cobre quince y la cama.
Aunque la maja vestida no se deje besar.

Pasarela "Cibeles", cárcel de Yeserías,
Puente de los Franceses, tascas de Chamberí
ya no sueña aquel niño que soñó que escribía,
Corazón de María, no me dejes así...

Corte de los Milagros, Virgen de la Almudena,
chabolas de uralita, Palacio de Cristal,
con su no "pasaran", con su "vivan las caenas"
su cementerio civil,su banda municipal.

He llorado en Venecia,
me he perdido en Manhattan,
he crecido en la Habana,
he sido un paria en París.
México me atormenta, Buenos Aires me mata,
pero siempre hay un tren
que desemboca en Madrid.

Pero siempre hay un niño que envejece en Madrid,
pero siempre hay un coche que derrapa en Madrid,
pero siempre hay un fuego
que se enciende en Madrid,
pero siempre hay un barco que naufraga en Madrid,
pero siempre hay un sueño
que se despierta en Madrid,
pero siempre hay un vuelo de regreso a Madrid.


J.S.

martes, julio 19, 2005

Homenaje a Cataluña




capítulo I

En el Cuartel Lenin de Barcelona, un día antes de alistarme en las milicias populares, vi a un miliciano italiano delante de la mesa de los oficiales.

Era un joven de veinticinco o veintiséis años, de aire resuelto, pelo entre rubio y rojo, y espaldas poderosas. La gorra de cuero le caía decididamente sobre un ojo. Estaba de costado, la barbilla en el pecho, mirando con un frunce de confusión el mapa que un oficial había desplegado en la mesa. Advertí en su cara algo que me conmovió profundamente. Era la cara de un hombre que mataría y daría la vida por un amigo, la clásica cara que se espera en un anarquista, aunque era probable que fuese comunista. En aquella cara había franqueza y ferocidad, y también ese respeto enternecedor que sienten los analfabetos por sus presuntos superiores. Era evidente que el mapa era chino para él; era evidente que interpretar un mapa representaba para él una hazaña intelectual extraordinaria. No sabría decir por qué, pero creo que no he conocido a nadie —quiero decir a ningún hombre— con quien haya simpatizado con tanta rapidez. En la conversación de los de la mesa se mencionó que yo era extranjero. El italiano levantó la cabeza y dijo de inmediato:

—¿Italiano?

—No, inglés —respondí en mi mal español—. ¿Y tú?

—Italiano.

Al salir se me acercó y me estrechó la mano con fuerza. Qué extraño que podamos sentir tanto afecto por un desconocido. Fue como si su espíritu y el mío hubieran salvado el abismo del idioma y las tradiciones y se hubieran compenetrado a fondo. Esperaba haberle caído tan bien como él a mí. Pero yo sabía que para conservar aquella primera impresión no debía volver a verlo; y huelga decir que no volví a verlo. Siempre se trababan relaciones así en España.

Menciono a este italiano porque se me ha quedado vivamente grabado en la memoria. Con el uniforme raído y aquel rostro feroz y enternecedor, tipifica para mí el clima especial de aquellos tiempos. Está unido a todos mis recuerdos de aquella fase de la guerra: las banderas rojas de Barcelona; los trenes destartalados y llenos de soldados mal vestidos, que se arrastraban hacia el frente; los pueblos grises, alcanzados por la guerra, que nos salían al paso; las gélidas trincheras de las montañas.

Fue a fines de diciembre de 1936, hace menos de siete meses, y sin embargo es un periodo que ha quedado muy lejos del presente. Los sucesos posteriores lo han sepultado por completo, más que 1935, o que 1905, para el caso. Había ido a España con la vaga idea de escribir artículos de prensa, pero no tardé en integrarme en las milicias populares, porque en aquel momento y en aquella atmósfera parecía lo único razonable. Los anarquistas gobernaban prácticamente toda Cataluña y la revolución estaba todavía en plena ebullición. A quien hubiera estado allí desde el comienzo es probable que tuviera la impresión, incluso en diciembre o en enero, de que el momento revolucionario tocaba a su fin; pero para quien llegaba directamente de Inglaterra, el aspecto de Barcelona era asombroso y sobrecogedor. Era la primera vez en mi vida que estaba en una ciudad donde la clase trabajadora tenía el mando. Casi todos los edificios estaban en poder de los obreros y engalanados con banderas rojas o rojinegras; en todas las paredes había hoces, martillos e iniciales de grupos revolucionarios, el interior de la mayoría de las iglesias había sido destruido y quemadas sus imágenes. Equipos de trabajadores se dedicaban a demoler sistemáticamente algunos templos. En todas las tiendas y bares había inscripciones que decían que se habían colectivizado; se habían colectivizado hasta los limpiabotas, que llevaban la caja pintada con el rojo y el negro de los anarquistas. Los camareros y los encargados miraban a la cara a los clientes y los trataban de igual a igual. Las formas de tratamiento serviles, e incluso las protocolarias, habían desaparecido por el momento. Nadie decía «señor», ni «don», ni siquiera «usted». Todos se llamaban camarada, se tuteaban y para saludar decían «salud» en vez de «buenos días». Una de mis primeras experiencias fue un sermón que me echó el gerente de un hotel porque quise darle propina a un ascensorista. No había vehículos privados, todos se habían requisado, y los tranvías, los taxis y otros medios de transporte circulaban pintados de rojo y negro. Por todas partes había carteles revolucionarios que ardían en las paredes con unos rojos y unos azules tan intensos que los demás anuncios parecían pegotes de barro. En las Ramblas, la ancha arteria del centro de la ciudad por donde circulaba un río interminable de gente, las canciones revolucionarias atronaban desde los altavoces durante todo el día hasta bien entrada la noche. Era el aspecto de las multitudes lo más extraño de todo. Por fuera semejaba una ciudad en la que las clases adineradas hubieran dejado prácticamente de existir. Exceptuando a una reducida cantidad de mujeres y extranjeros, no había ni una sola persona «bien vestida». En su mayoría llevaban ropa basta de obrero, o mono azul, o alguna variante del uniforme miliciano. Todo esto resultaba extraño y conmovedor a un tiempo. Yo no entendía muchas cosas, algunas ni siquiera me gustaban, pero supe al instante que era un estado de cosas por el que valía la pena luchar. Y también creí que todo era lo que parecía, que aquello era en verdad un estado obrero y que la burguesía o había huido, o había muerto o se había pasado al bando de los trabajadores por propia voluntad; no me di cuenta de que muchos burgueses ricos se habían limitado a quitarse de en medio, disfrazándose provisionalmente de proletarios.

Mezclado con todo esto se percibía también el aire maligno de la guerra. La ciudad presentaba un aspecto caótico y desolado, el estado de las calles y los edificios era lamentable, las calles estaban medio a oscuras por la noche por temor a los ataques aéreos, casi todas las tiendas estaban sucias y medio vacías. Había poca carne, la leche era prácticamente inencontrable, escaseaban el carbón, el azúcar y la gasolina, y sobre todo escaseaba el pan. Incluso en aquel periodo las colas del pan alcanzaban centenares de metros. Sin embargo, por lo que se veía, la gente estaba contenta y tenía esperanza. No había desempleo y el coste de la vida era bajísimo; había muy pocos indigentes manifiestos y nadie mendigaba salvo los gitanos. Por encima de todo, había fe en la revolución y en el futuro, una sensación de haber entrado de súbito en una era de igualdad y libertad. Los seres humanos procuraban comportarse como seres humanos y no como piezas del engranaje capitalista. En las barberías había avisos de los anarquistas (casi todos los barberos lo eran) en que se proclamaba solemnemente que los barberos ya no eran esclavos. En las calles había carteles de colores en que se invitaba a las prostitutas a dejar de ser prostitutas. Para quien llegaba de la encallecida y desdeñosa civilización de los pueblos anglófonos había algo enternecedor en la literalidad con que aquellos españoles idealistas interpretaban los eslóganes de la revolución. En las calles se vendían por unos céntimos canciones revolucionarias de lo más ingenuo, todas sobre la hermandad proletaria y la maldad de Mussolini. He visto a muchos milicianos analfabetos adquirir estas canciones, descifrar trabajosamente las palabras, y luego, cuando les cogían el tranquillo, tararearlas acomodándolas al son de cualquier melodía.

Todo este tiempo estuve en el Cuartel Lenin, en teoría preparándome para ir al frente. Al alistarme me habían dicho que me enviarían al frente al día siguiente, pero lo cierto es que tuve que esperar mientras se formaba una centuria. Las milicias civiles, organizadas deprisa y corriendo por los sindicatos al comienzo de la guerra, no se habían estructurado, a pesar de todo, como un ejército normal. Las unidades básicas eran la sección, de unos treinta hombres, la centuria, de unos cien, y la columna, que equivalía en la práctica a cualquier grupo numeroso. El Cuartel Lenin era un complejo de magníficos edificios de piedra, con una escuela de equitación y enormes patios adoquinados; había sido cuartel de caballería y se había tomado durante los combates de julio. Mi centuria dormía en una cuadra, al pie de los comederos de piedra, donde seguían grabados los nombres de los animales. Todos los caballos habían sido enviados al frente, pero el lugar seguía oliendo a orina de equino y a paja podrida. Estuve en el cuartel alrededor de una semana. Recuerdo sobre todo el olor a caballo, los trémulos toques de corneta (todos nuestros cornetas eran aficionados y sólo aprendí los toques militares españoles cuando se los oí de lejos a los fascistas), el impacto de las botas claveteadas en el patio, los largos desfiles matutinos bajo el sol invernal, los disparatados partidos de fútbol de cincuenta contra cincuenta en el suelo de gravilla del picadero. En total había en el cuartel alrededor de mil hombres y una veintena de mujeres, sin contar a las esposas de los milicianos, que hacían la comida. Quedaban aún había mujeres sirviendo en las milicias, pero no muchas. En las primeras batallas habían luchado hombro con hombro junto a los varones, con toda normalidad; parece lo más natural en tiempos de revolución. Pero las ideas estaban cambiando ya. Los milicianos no podían acercarse al picadero mientras las mujeres hacían instrucción allí, porque se reían de ellas y las distraían. Unos meses antes a nadie le habría parecido cómico que una mujer empuñase un arma.

El cuartel entero respiraba el caos y la suciedad en que los milicianos sumían todos los edificios que ocupaban y que parece ser una consecuencia inevitable de las revoluciones. Por todos los rincones había montones de muebles reducidos a leña, sillas de montar rotas, cascos de jinete, vainas sin sable y comida que se había echado a perder. En mi barracón tirábamos una cesta de pan tras cada comida, un hecho lamentable habida cuenta de que el pan escaseaba entre la población civil. Comíamos sentados ante largas mesas de caballetes, en marmitas de estaño siempre grasientas, y bebíamos de un espantoso utensilio llamado porrón. Un porrón es una vasija de vidrio con un pitón del que sale un chorrito de vino cuando se inclina; se puede beber así de lejos, sin tocarlo con los labios, y pasa de mano en mano. En cuanto vi un porrón en funcionamiento, me declaré en huelga y exigí un vaso. Tal y como yo lo veía, era demasiado parecido a un orinal de hospital, sobre todo cuando contenía vino blanco.

Poco a poco iban repartiendo uniformes a los reclutas y, como estábamos en España, las cosas se entregaban sin orden ni concierto y nunca se sabía con seguridad ni quién recibía algo ni qué recibía, y algunos de los artículos que más necesitábamos, como cintos y cartucheras, se nos entregaron en el último instante, cuando ya nos estaba esperando el tren para llevarnos al frente. He hablado del «uniforme» miliciano, lo cual podría llamar a engaño. No era exactamente un uniforme. Puede que «multiforme» sea un nombre más apropiado. Todas nuestras vestimentas tenían el mismo aire general, pero no había dos atuendos que fueran idénticos. Prácticamente todos llevábamos bombachos de pana, pero aquí terminaba la uniformidad. Unos llevaban polainas de vendas; otros, sobreempeines de pana; otros, leguis de cuero o botas de caña alta. Todos llevábamos cazadoras de cremallera, pero unas eran de cuero y otras de lana, de todos los colores imaginables. Los gorros eran tan variados como sus portadores. Lo normal era adornar la parte delantera con la insignia de algún partido y casi todos llevaban además un pañuelo rojo o rojinegro al cuello. Una columna de milicianos era en aquellos tiempos una muchedumbre de lo más vistoso. Sea como fuere, las prendas tenían que entregarse conforme salían de esta o aquella fábrica, así que no eran malas prendas, dadas las circunstancias. Las camisas y calcetines eran unas piezas de lana que daban más pena que abrigo. No quiero ni pensar en lo que tuvieron que padecer los milicianos durante aquellos meses, hasta que todo se organizó. Recuerdo haberme encontrado un periódico de hacía apenas dos meses en el que un dirigente del POUM afirmaba, tras haber visitado el frente, que haría lo posible para que «todo miliciano tuviera una manta». Quien hay dormido alguna vez en una trinchera se echaría a temblar al oír semejante frase.

Durante mi segundo día de cuartel empezó lo que llamaban cómicamente «instrucción». Al principio se produjeron situaciones caóticas espeluznantes. Los reclutas eran en su mayoría jóvenes de dieciséis o diecisiete años de los barrios pobres de Barcelona, llenos de ardor revolucionario pero totalmente ignorantes del significado de la guerra. Era imposible incluso ponerlos en hilera. No había disciplina; si a un hombre no le gustaba una orden, salía de la formación y discutía a gritos con el oficial. El teniente que nos daba la instrucción era un joven agradable, corpulento y de cara lozana; había sido oficial del ejército regular y seguía pareciéndolo, con su porte elegante y su impecable uniforme. Lo curioso es que era un socialista sincero y ardiente. Insistía incluso más que los soldados rasos en la absoluta igualdad social de los grados militares. Recuerdo la dolorosa sorpresa que se llevó cuando un recluta ignorante lo llamó señor.

—¿Qué? ¿Señor? ¿Quién me llama señor? ¿No somos todos camaradas?

Dudo que aquello le facilitara la tarea. Entretanto, los reclutas no recibían ninguna preparación militar que pudiera serles remotamente útil. Me habían dicho que los extranjeros no estábamos obligados a hacer «instrucción» (los españoles estaban desarmantemente convencidos de que todos los extranjeros sabían más que ellos de asuntos militares), aunque como es lógico fui con los demás. Tenía muchas ganas de aprender a disparar con ametralladora, pues nunca había tenido oportunidad de manejar una, pero me quedé de una pieza al comprobar que no nos enseñaban nada sobre armas. La llamada instrucción no era más que una anticuada y estúpida serie de ejercicios en el campo de desfiles; variación derecha, variación izquierda, media vuelta, desfilar rígidamente en columna de a tres y todas esas inútiles insensateces que ya me habían enseñado cuando tenía quince años. Era una forma sorprendente de instruir a un ejército de guerrilleros. Si sólo se cuenta con unos días para instruir a un soldado, lo lógico es enseñarle lo que más falta va a hacerle: a ponerse a cubierto, a avanzar por terreno descubierto, a montar guardias y a construir un parapeto, y sobre todo a usar armas. Sin embargo, a aquella masa de jóvenes ávidos que iba a ser lanzada al frente al cabo de unos días ni siquiera se le enseñaba a disparar un fusil o a liberar la espoleta de una bomba. No caí en la cuenta en aquel momento de que aquella situación se debía a que no había armas disponibles; las milicias del POUM padecían una escasez de fusiles tan desesperante que las tropas de refresco que llegaban al frente tenían que quedarse con los fusiles de los soldados a los que relevaban. Creo que en todo el Cuartel Lenin no había más fusiles que los de los centinelas.

Al cabo de unos días, a pesar de que en términos normales éramos todavía un desastre, se nos consideró preparados para aparecer en público, y marchábamos por la mañana en formación hasta los jardines de la colina del otro lado de la plaza de España. Era el campo de instrucción de todas las milicias, de los carabineros y de los primeros contingentes del recién constituido Ejército Popular. Allí arriba, el espectáculo era extraño y estimulante. Por todos los caminos y senderos, flanqueados por lechos de flores, desfilaban arriba y abajo pelotones y compañías, todos tiesos, con el pecho fuera y esforzándose por parecer soldados. Ninguno llevaba armas ni el uniforme completo, aunque casi todos lucían alguna prenda del uniforme miliciano. La dinámica siempre era más o menos la misma. Íbamos de aquí para allá durante tres horas (el paso de desfile español es corto y rápido), nos deteníamos, rompíamos filas y nos precipitábamos con la garganta seca hacia la pequeña tienda que había en mitad de la ladera y que estaba haciendo su agosto con el vino barato. Todos eran muy cordiales conmigo. De algún modo, el hecho de que fuera inglés despertaba su curiosidad, y los oficiales de carabineros me agasajaban y me invitaban a beber. Mientras tanto, siempre que podía acorralar al teniente le pedía a gritos que me enseñaran a utilizar una ametralladora. Sacaba el diccionario Hugo del bolsillo y le decía en un español infame:

—Yo sé manejar fusil. No sé manejar ametralladora. Quiero aprender ametralladora. ¿Cuándo vamos aprender ametralladora?

Por toda respuesta obtenía siempre una sonrisa nerviosa y la promesa de que habría instrucción con ametralladora mañana. Huelga decir que mañana no llegó nunca. Pasaron los días y los reclutas aprendieron a llevar el paso y a ponerse firmes casi con elegancia, pero si sabían por qué extremo del fusil salía la bala, ya sabían mucho. Un día se nos acercó un carabinero armado mientras estábamos en descanso y nos dejó ver su fusil. Resultó que el único de mi sección que sabía cómo se cargaba era yo, y no digamos apuntar con él.

Durante todo este tiempo no dejé de forcejear con la lengua española. Aparte de mí, sólo había otro inglés en el cuartel y ni siquiera los oficiales sabían una palabra de francés. No me facilitaba las cosas el que mis compañeros, cuando hablaban entre sí, se expresaran normalmente en catalán. Mi única solución era ir a todas partes con un pequeño diccionario que sacaba del bolsillo en los momentos críticos. Pero prefería ser extranjero en España a serlo en otros lugares. ¡Qué fácil es hacer amigos en España! En apenas dos días una veintena de milicianos me llamaban ya por el nombre de pila, me lo explicaban todo y me abrumaban con su generosidad. Pero no es éste un libro de propaganda y no pretendo idealizar a los milicianos del POUM. La organización de las milicias tenía serios defectos y los hombres eran muy dispares, ya que la recluta voluntaria se estaba acabando y muchos de los mejores hombres estaban ya en el frente o muertos. Siempre había entre nosotros un porcentaje de personal completamente inútil, jóvenes de quince años, alistados por sus padres, no ocultaban que lo hacían por las diez pesetas diarias que cobraban los milicianos, y también por el pan que el cuartel recibía en abundancia y que se llevaban a escondidas a casa de la familia. Pero desafío a cualquiera a que se meta, como yo, entre la clase obrera española —quizá debería decir catalana, porque, con la excepción de un puñado de aragoneses y andaluces, sólo me mezclé con catalanes—, a ver si no se siente impresionado por su honradez básica; y, por encima de todo, por su franqueza y su generosidad. La generosidad española, en el sentido corriente de la palabra, resulta a veces embarazosa; pides un cigarrillo y te obligan a quedarte con el paquete entero. Pero hay además otra generosidad, en un sentido más profundo, una auténtica grandeza de espíritu que he visto una y otra vez en las circunstancias menos favorables. Ciertos periodistas y otros extranjeros que fueron a España durante la guerra han afirmado que, en el fondo, los españoles estaban resentidos por la ayuda exterior; lo único que puedo decir es que no vi por ningún lado tal resentimiento. Recuerdo que unos días antes de salir del cuartel llegó del frente un grupo de hombres de permiso. Comentaban emocionados sus experiencias, y hablaban con mucho entusiasmo de los voluntarios franceses que habían estado con ellos en Huesca. Los franceses eran muy valientes, decían, y añadían con vehemencia:

—Más valientes que nosotros.

Yo puse objeciones, claro, y ellos replicaron que los franceses conocían mejor el arte de la guerra, sabían más de bombas, de ametralladoras y otras cuestiones. Pero la observación había sido reveladora. Un inglés se habría dejado cortar la mano antes de decir algo parecido.

Todos los extranjeros alistados en las milicias civiles pasaban las primeras semanas aprendiendo a amar a los españoles y a desesperarse ante algunas de sus características. En el frente, mi exasperación llegaba a veces a rozar la cólera. Los españoles saben hacer muchas cosas, pero no la guerra. Todos los extranjeros se quedan consternados por su ineficacia y, sobre todo, por su irritante impuntualidad. Una palabra española que ningún extranjero deja de aprender es mañana; siempre que es posible, los asuntos de hoy se posponen hasta mañana. Es tan evidente que los mismos españoles hacen bromas al respecto. Desde las comidas hasta las batallas, en España no hay nada que se produzca nunca en el momento previsto. Por lo general, las cosas se hacen tarde, aunque de vez en cuando —para que uno no confíe ni siquiera en que se hacen siempre a deshoras— se hacen antes de tiempo. Un tren que tiene prevista la salida a las ocho saldrá normalmente a las nueve o las diez, pero aproximadamente una vez a la semana saldrá a las siete y media, porque le da por ahí al maquinista. Estos detalles pueden resultar un tanto exasperantes. A pesar de que en teoría admiro a los españoles porque no padecen la neurosis cronométrica de nosotros los nórdicos, por desgracia también yo la padezco.

Después de infinitos rumores, mañanas y retrasos, dieron orden de partir para el frente en un plazo de dos horas, y aún nos faltaba la mitad del equipo. Hubo auténticos tumultos en el cuarto del furriel; al final, fueron muchos los que tuvieron que partir sin el equipo completo. En un abrir y cerrar de ojos, los barracones se habían llenado de mujeres que parecían haber surgido de la tierra y ayudaban a sus parientes masculinos a liar la manta y a hacer el macuto. Fue un tanto humillante que una española, la mujer de Williams, el otro miliciano inglés, tuviera que enseñarme a ponerme las cartucheras recién obtenidas. Era una criatura amable, de ojos negros y muy femenina, con aspecto de haber nacido para mecer una cuna, aunque la verdad es que había luchado con valentía en las batallas callejeras de julio. En aquel momento llevaba en brazos un niño que había nacido diez meses después del estallido de la guerra y que quizá había sido concebido tras una barricada.

El tren tenía que salir a las ocho, y a las ocho y diez los intranquilos y sudorosos oficiales consiguieron concentrarnos en el patio del cuartel. Conservo un diáfano recuerdo de la escena iluminada por las antorchas, el alboroto, la emoción, las banderas rojas ondeando a la luz de las llamas, la prieta formación de los milicianos con el macuto en la espalda y las mantas enrolladas colgadas en bandolera; y los gritos, y el resonar de las botas y las marmitas de estaño, y luego el ruidoso siseo para pedir un silencio que acabó por imponerse; y, a continuación, un comisario político que se colocó al pie de una gigantesca bandera roja y lanzó una arenga en catalán. Finalmente, nos condujeron a la estación, por el camino más largo, de cinco o seis kilómetros, para que nos viera toda la ciudad. En las Ramblas nos detuvimos para escuchar un par de himnos revolucionarios, interpretados por una banda de música que nos habían cedido. Y otra la vez la apoteosis de los héroes, gritos de entusiasmo, banderas rojas y rojinegras por todas partes, multitudes vitoreantes apelotonadas en las aceras para vernos, mujeres que saludaban desde las ventanas. Qué natural me parecía todo entonces; qué remoto e inverosímil en la actualidad. El tren estaba tan atestado que apenas había sitio libre en el suelo, no digamos en los asientos. En el último momento, la mujer de Williams llegó corriendo por el andén y nos dio una botella de vino y una ristra de esas salchichas rojas que saben a jabón y producen diarrea El tren fue saliendo de Cataluña para adentrarse en la meseta aragonesa a menos de veinte kilómetros por hora, velocidad normal en tiempo de guerra.

Cuando me vaya...


Me iré despacio un amanecer
que el sol vendrá a buscarme temprano.
Me iré desnudo, como llegué.
Lo que me diste cabe en mi mano.

Mientras tú duermes deshilaré
en tuyo y mío lo que fue nuestro
y a golpes de uñas en la pared
dejaré escrito mi último verso
.

Y a la grupa
del terral, mi chalupa
de blanca vela peinará el mar.
¿Que soledad te vendrá a buscar...?
Cuando me vaya.
Cuando me vaya.

Luna tras luna, llamándome
bajarás donde el azul se rompe.
El viento te abrazará de pie
hurgando el vientre del horizonte.

Una sonrisa se esfumará
rozando el borde de los aleros.
Tu boca amarga preguntará
¿...para quién brillan hoy los luceros?

Y las olas
sembrarán caracolas
arena y algas entre tus pies.
Los besarán y se irán después
hacia otra playa.
Cuando me vaya.

Me iré silbando aquella canción
que me cantaba cuando era un crío
un marinero lleno de ron
por si en verano sentía frío.

Me iré despacio y sé que quizás
te evoque triste doblando el faro.
Después la aldea quedará atrás,
después el día será más claro.

Y ese día
dulce melancolía,
has de arrugarte junto al hogar.
Sin una astilla para quemar.
Cuando me vaya.
Cuando me vaya.
Joan Manuel Serrat

lunes, julio 18, 2005

Puck


"... Si nosotros vanas sombras, os hemos
ofendido, pensad sólo esto, y todo está arreglado:
que os habéis quedado durmiendo mientras
han aparecido esas visiones.
Y esta débil y humilde ficción no tendrá sino la
Inconsciencia de un sueño..."
Sueño de una noche de verano - Acto V. Escena I

EYRE

He decidido que los días que me queden de vacaciones me los voy a coger en octubre o noviembre para viajar a Irlanda.

Voy a buscar Inisfree.

Bueno, voy a buscar el pueblo donde rodaron "El hombre tranquilo", sé que no se llama Inisfree pero sigue existiendo y está casi igual que en la peli.

Hay algo mágico para mí en Irlanda, y quiero descubrir qué es...

CHAU NÚMERO TRES

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.


Mario Benedetti

jueves, julio 14, 2005

LISBOA



No sé si este pescador se llamaba Manuel. Teníamos prisa y no pude acercarme a hablar con él un rato...
En realidad, desde que ví a los 8 años "Capitanes intrépidos" para mí todos los pescadores portugueses se llamarán Manuel y tendrán la cara de Spencer Tracy.

Debería volver (esta vez sin prisas, que nunca me gustaron), buscar al pescador y esperar a que el cielo vuelva a romperse de ese modo. En Lisboa.

LOS AVIONES


Es tarde se hizo de día
menos mal, que está nublado
se acabó todo lo que había
queda un cigarro mojado
porque quiero dormir
y soñar con ella
mientras por afuera

pasan los aviones
no quiero que se termine
no quiero que me abandones
me olvidé de avisar
no te voy a llamar
ni una sóla vez en cuatro días
o si no mujer voy a hacer
cualquier cosa que me digas
porque quiero dormir
y soñar con ella
mientras por afuera
pasan los aviones
no quiero que se termine )
no quiero que me abandones .
no quiero que se termine )
no quiero que me abandones .


A. Calamaro - Honestidad Brutal

"Ser honesto no es una virtud, es una obligación"

martes, julio 12, 2005

De cuando estuve loco - Joan Manuel Serrat

De cuando estuve loco aún conservo
el carné de majara en la cartera,
un plano detallado del infierno,
un cielo con pirañas y goteras,
un prontuario en la comisaría,
un frasco con pastillas de colores,
la carta con la que te despedías,
remedios varios contra el mal de amores.
Ahora voy rumbo al sur a sentar plaza
desdeñando otros puntos cardinales
y el Sol encarcelado en la terraza.
Voy rumbo al sur buscando
tus besos espirales.

Atrás dejo kilometros de afueras,
aire por respirar, luces en rojo.
Hacia donde señalan tus pezones
voy a toda pastilla
dando gas a la moto.

De cuando estuve loco aún conservo
un par de gramos de delirio en rama,
por si atacan con su razón los cuerdos
y un viento fuerza seis de tramontana;
el vicio de escribir por las paredes
pareados de amor, y la manía
de buscarte entre todas las mujeres
que en horas bajas me hacen compañia.

Cuando rozo tus pétalos, nenúfar
que sobrevive en aguas estancadas
saltan chispas, los cables se cruzan,
se me sube el mercurio
y me salta la alarma.

Mono de ti que me obliga a llevarte
en sobres rojos, liofilizada,
para tomarte cuando me apeteces
a sorbos cortos
donde duele la madrugada.

Te escribo desde un área de servicio
donde sólo me ofrecen gasolina.
Puedes llamarme a cobro revertido
desde la caracola de la esquina.

lunes, julio 11, 2005

AGOSTO!!


Louise, ve preparando el equipaje...


Thelma

domingo, julio 10, 2005

THE LETTER - Box Tops



Gimme a ticket for an aeroplane,
Ain't got time to take a fast train.
Lonely days are gone, I'm a-goin' home,
'Cause my baby just a-wrote me a letter.

I don't care how much money I gotta spend,
Got to get back to my baby again
Lonely days are gone, I'm a-goin' home,
'Cause my baby just a-wrote me a letter.

Well, she wrote me a letter
Said she couldn't live without me no mo'.
Listen mister can't you see I got to get back
To my baby once a-mo'--anyway...

Gimme a ticket for an aeroplane,
Ain't got time to take a fast train.
Lonely days are gone, I'm a-goin' home,
'Cause my baby just a-wrote me a letter.

Well, she wrote me a letter
Said she couldn't live without me no mo'.
Listen mister can't you see I got to get back
To my baby once a-mo'--anyway...

Gimme a ticket for an aeroplane,
Ain't got time to take a fast train.
Lonely days are gone, I'm a-goin' home,
'Cause my baby just a-wrote me a letter.
Because my baby just a-wrote me a letter.

viernes, julio 08, 2005

casi hace un año...



Oporto, agosto 2004

Es raro recuperar esta foto, casi un año después...no sé en qué estaba pensando en ese preciso momento pero sé que algo me pesaba ya en el pecho... y notaba que cada vez andaba más lento, respiraba más despacio y mi vida iba parándose cuando todo lo que yo quería hacer era salir, seguir, viajar, volar, conocer, descubrir...acompañada...o sola si era preciso. Siempre es dificil aceptar que lo que tienes no es realmente lo que deseas...siempre se renuncia a una parte que se ama para arriesgar con el corazón...Perdí algo importante, pero gané algo más importante aún: me volví a encontrar en el camino. Descubrir que se ha perdido una es lo dificil, una vez que eso se acepta, encontrarse está escrito en las estrellas...
Un año después no me pesa nada...y soy capaz de volar...
Hoy no tengo triste la mirada...hoy, soy feliz.

Aunque siempre guardaré esos días junto a todos los demás...porque al fin y al cabo con el paso del tiempo los recuerdos son cada día más dulces y el olvido sólo se llevó la mitad... Los que no se llevó son más míos hoy que entonces.

Esta canción siempre me recordará a Oporto...


Eu sem você
Não tenho porquê
Porque sem você
Não sei nem chorar
Sou chama sem luz
Jardim sem luar
Luar sem amor
Amor sem se dar

Em sem você
Sou so desamor
Um barco sem mar
Um campo sem flor
Tristeza que vai
Tristeza que vem
Sem você, meu amor, eu não sou nínguem

Ah, que saudade
Que vontade de ver renasser nossa vida
Volta, querida
Os meus braços precisam dos teus
Teus braços precisam dos meus
Estou tão sozinho
Tenho os olhos cansados de olhar para o além
Vem ver a vida
Sem você, meu amor, eu não sou nínguem
Sem você meu amor, eu não sou nínguem

Samba Em Prelúdio (Vinicius de Moraes)

FRANÇOISE HARDY


Con su dulce voz susurrante y su eterno aire de melancolía, Françoise Hardy se erigió en la musa por antonomasia del pop francés. En 1962, con sólo 18 años, publicó su primer single, Tous les garçons et les filles, que alcanzaría la categoría de himno generacional y fue pieza imprescindible en los guateques ye-yés de la época. De lánguida belleza, Françoise se convirtió en icono juvenil y los mejores modistos franceses se la disputaban para que luciera sus creaciones, como el esmoquin para chica de Saint-Laurent o la minifalda más cara del mundo, confeccionada por Paco Rabanne con 5.000 anillos de oro y 22 diamantes.

viernes, julio 01, 2005

MUERTOS O ALGO MEJOR

Solo quiero estar un ratito sentada en el porche
mirando como poquito a poco se tuerce la noche
voy a tocar otra vez esta canción
antes que estemos los dos
muertos o algo mejor

Ven y vamos a dar una vuelta en mi coche nuevo
pasearemos nuestra sonrisa por todo el pueblo
tiraremos confetti en la estación
antes que estemos los dos
muertos o algo mejor

No le des de comer al perro flaquito
yo se quiere quedar para siempre contigo

Este idiota se piensa que puede llamarme muñeca
soy capaz de jugar al pin-pon en su cabeza hueca
voy a subirme a la noria a decir adiós
antes que estemos los dos
muertos o algo mejor
muertos o algo mejor
muertos o algo mejor


Christina Rosenvinge - Mi pequeño animal

MI HABITACIÓN


Cintas y cadenas
cola de dragón
es un mal negocio darte el corazón.

Vino y cigarrillos
traje de chacal
las estrellas son cuchillas de afeitar.

Mi habitación
tiene una herida en cada rincón
mi habitación
tiene una espina en cada rincón.

Coches y sirenas
vuélvete y verás
los demonios se han cansado de esperar.

Rosas y culebras
pídeme perdón
antes de acostarte en mí habitación.

Mi habitación
tiene una herida en cada rincón
mi habitación
tiene una espina en cada rincón
.

Dos zapatos rojos
una maldición
es un mal negocio darte el corazón.


Chiristina Rosenvinge - Mi pequeño animal

jueves, junio 30, 2005

MANIFIESTO - Victor Jara


Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz
canto porque la guitarra
tiene sentido y razon,
tiene corazon de tierra
y alas de palomita,
es como el agua bendita
santigua glorias y penas,
aqui se encajo mi canto
como dijera Violeta
guitarra trabajadora
con olor a primavera.

Que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas,
que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morira cantando
las verdades verdaderas,
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una alondra
hasta el fondo de la tierra.

Ahi donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente
siempre sera cancion nueva.

(Te recordaremos siempre, Victor)




martes, junio 28, 2005

EL PRINCIPITO




A LEÓN WERTH

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Pero tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños.

Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan).

Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:



A LEÓN WERTH
cuando era niño








[...]
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

-¿Qué debo hacer? -preguntó el príncipito.

-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio ún poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...



El principito volvió al día siguiente.

-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.

-¿Qué es un rito? -inquirió el principito.

-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:

-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.

-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...

-Ciertamente -dijo el zorro.

- Y vas a llorar!, -dijo él principito.

-¡Seguro!

-No ganas nada.

-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.
[...]




lunes, junio 27, 2005

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR LO QUE AMA

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.


Luis Cernuda

QUE RUIDO TAN TRISTE

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.

Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.

Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,
invoca los bolsillos que abandonan arena,
arena de las flores,
para que un día decoren su semblante de muerto


Luis Cernuda

jueves, junio 23, 2005

Luna enorme




Como todos sabreis ayer la luna se acerco a la tierra como no lo habia hecho en 18 años y supuestamente la podriamos ver megagrande, debido a una ilusión optica.
La verdad es que desde muy pequeño me ha encantado la luna y las estrellas, me alucina ver ese espectaculo y sobre todo se que siempre estaran ahi para mi, no creo que vayan a ningun sitio, bueno a lo que iba..... La cuestión es que con toda la ilusión del mundo me asome a todas las ventanas de mi casa y para mi total frustración... NO HABIA NADA MAS QUE NUBES!!!.
Lo que no ha llovido en marzo lo va a llover en junio, NO TE JODE!.

Un abrazo.

miércoles, junio 22, 2005

Capítulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.



Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.




Julio Cortazar - RAYUELA

lunes, junio 20, 2005

CARPE DIEM

Ayer volví a ver "El club de los poetas muertos". Me gusta esa película. La vi por primera vez en el instituto, en clase de literatura... y me marcó mucho la historia. Tanto, que de algun modo desde entonces yo también formo parte de ese club.

"Para leer al comienzo de las reuniones del Club de los Poetas Muertos:

Me fui a los bosques porque quería vivir sin prisas. Quería vivir intensamente y sacarle todo el jugo a la vida, para no descubrir en el momento de mi muerte que no había vivido"

VENTANA SOBRE LA LLEGADA - Eduardo Galeano

El hijo de Pilar y Daniel Weinberg
fue bautizado en la costanera. Y en
el bautismo le enseñaron lo sagrado.

Recibió una caracola:
- Para que aprendas a amar el
agua.
Abrieron la jaula de un pájaro
preso:
- Para que aprendas a amar el
aire.
Le dieron una flor de malvón:
- Para que aprendas a amar la
tierra.
Y también le dieron una botella
cerrada:
- No la abras nunca, nunca. Para
que aprendas a amar el misterio."


Este texto me lo descubrió Elsa. En el cd que nos grabaron Rubén y ella a todos los amigos cuando se fueron a Suecia...

Elsa, nunca abriré nuestra botella...

jueves, junio 16, 2005

HELENA - Joan Manuel Serrat

Fa dies que
abocat al balcó
he perdut el jornal
xerrant amb un pardal
més avorrit que jo.

O mirant com
s'esfulla un alzinar
olorant romaní.
Com tornen a florir
i es tornen a esfullar.

Fa dies que no sé quants dies fa.
Fa dies que m'estic dient... demà
i espero...
i espero.

Vivint amb res.
Treballant per no res
i un dia com si res
morir-me de no res.
Adéu-siau. Mercès.

Al fons d'un bar
fotent-me un perfumat
per escalfar-me el cor
mentre arriba la mort
a jugar al subhastat.

Fa dies que no sé quants dies fa.
Fa dies que m'estic dient... demà
i espero...
i espero...
i espero...

Abocat al balcó
espero.
Despullant l'horitzó
espero.
Espero per Nadal (Espero pel meu goig)
i per la Magdalena (i per la meva pena)
pel dia i per la nit
que torni Helena
que torni Helena...

i és que quan passa pel meu carrer
fins el geranis li acluquen l'ull.
L'aire es fa tebi amb el seu alè
i les llambordes miren amunt
sa pell morena.

Quan passa Helena.

Quan ella mira saps que la font
quan ella vol, la dóna.
Quan ella plora, saps què és el dol.
Quan ella calla, tot jo tremolo.
Quan ella estima, l'amor pren vol...

I entre teulades es gronxa el sol
i els passerells dels fils de la llum
miren gelosos com riu i es mou.
Color d'espera llarga i perfum
de lluna plena
la meva Helena.

La meva Helena...
però...

Fa dies que
l'estar dret em fa mal
el reuma em trenca els dits
i ha fugit el darrer pardal.

LUCÍA - Joan Manuel Serrat

Vuela esta canción
para ti Lucia
la mas bella historia de amor
que tuve y tendré.
Es una carta de amor
que se lleva el viento
pintado en mi voz
a ninguna parte
a ningún buzón.
No hay nada mas bello
que lo que nunca he tenido
nada mas amado
que lo que perdí.
perdoname si
hoy busco en la arena
una luna llena
que arañaba el mar...

Si alguna vez fui un ave de paso,
lo olvide para anidar en tus brazos.
si alguna vez fui tierno y fui bueno,
fue enredado en tu cuello y tus senos.
Si alguna ve fui sabio en amores,
lo aprendí de tus labios cantores.
si alguna vez amé,
si alguna día
después de Amar, Amé,
fue por tu amor, Lucia.

Tus recuerdos son
cada día mas dulces,
el olvido solo
se llevó la mitad,
y tu sombra aun
se mete en mi cama
con la oscuridad,
entre mi almohada
y mi soledad.