martes, mayo 20, 2008

El canto de los cronopios


Hoy tengo la cabeza llena de burbujas...
Creo que aunque no tenga dinero compraré vino blanco y subiré a beberme una copa desde el terrat mirando las estrellas.

También haré una cena rica y no una cena de martes cualquiera...

Leeré un rato antes de acostarme por tarde que tenga que acostarme y te diré algo bonito antes de dormir para que sueñes cosas felices y descanses mucho. Y así mañana te levantes contento y el día brille más, llueva o no...


MIAU!... mmm... marramiau!

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Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.

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