lunes, abril 18, 2005

SODA STEREO

CAE EL SOL

Y cada vez que vuelvo
tus ecos están
y querría despertarme
y al fin con vos volver a jugar.

Cae el sol y aun sigo soñando
sale el sol y no te puedo encontrar.

Y cada vez que vuelvo aquí
siento que vos
me arrojaste a la inercia
sin novedad, sin decepción.

Cae el sol y aún sigo soñando.
sale el sol y no te puedo encontrar.

Y cada vez que vuelvo
un mismo final
afuera el mundo sigue
soy uno más buscando en el mar

Cae el sol y aún sigo soñando.
sale el sol y no te puedo encontrar

Un extraño destino, una oscura
verdad
tan sólo tropiezos, amar o callar
anduve caminando por calles al azar
por calles vacías
Buenos Aires, Buenos Aires,
humedad.


TÉ PARA TRES


Las tazas sobre el mantel
la lluvia derramada...
un poco de miel
un poco de miel
no basta

El eclipse no fue parcial
y cegó nuestras miradas
te vi que llorabas
te vi que llorabas
por el
Té para tres

Un sorbo de distracción
buscando descifrarnos
no hay nada mejor
no hay nada mejor
que casa

Té para tres.

martes, abril 12, 2005

KRIPTONITA

Yo que en un santiamén movía una montaña,
con un vigor que hoy a mi mismo me extraña,
debo admitir al fin que algo me debilita,
tal vez sea la edad, tal vez la kriptonita.


Volaba tal que así sobre los rascacielos,
que periodista audaz no compartió mis vuelos,
tal vez sea la edad tal vez la kriptonita,
hoy vuelo en metro y ya... ni el pito me levita.

Y veía a través de oscuros sentimientos,
imágenes que os di en muy contados cuentos,
tal vez sea la edad, tal vez la kriptonita.
Hoy solo quiero ver... mi serie favorita.

Sembraba por doquier el bien y a los villanos,
les daba tal pavor que les salían granos,
tal vez sea la edad, tal vez la kriptonita,
ante el lobo feroz... hoy soy Caperucita.

Fue fácil para mi, con mis superpoderes,
gozar del buen amor y muchas más mujeres,
tal vez sea la edad, tal vez la kriptonita,
hoy no tengo con quien... nadie me solicita.

Arriba corazón y a ver si contratacas,
si es cosa del pudor, prueba con espinacas
si es cosa del reloj, hazle una cancioncita,
tal vez sea la edad... tal vez la kriptonita.



JAVIER KRAHE

GRAN VIA

Por más que intento ceñir mi bufanda al cuello, el viento se cuela por los agujeros en la lana y siento el frío en la piel. Tengo los pies helados desde esta mañana y para colmo el agua de la lluvia se mete por un agujero en la suela de mi bota. Creo que no odio tanto el invierno como creía, a veces me gusta sentirme triste y nostálgica, y el tacto del jersey de lana virgen, la lluvia en las ventanas y el ruido del viento en los árboles pelados son como una caricia que eriza los sentidos más azules. A veces necesito caminar por mis soledades y echar un vistazo al páramo que tengo dentro los días que todo es cuesta arriba. Necesito conocer cada palmo para ser su dueña toda la vida y que nunca se cambien los papeles y me devore entre sus rastrojos (rastrojos de difuntos, Miguel, rastrojos de difuntos).
Ahora apenas veo al cruzar la calle porque el flequillo debajo del gorro se me ha metido en los ojos. Pero no importa porque conozco de sobra la dirección. Conozco el movimiento de la barahúnda en el centro de Madrid según el día y la hora del día. Hoy llueve y hay más prisa: es como en la autopista, hay que circular al mismo ritmo que el resto, no queda otra. Mientras cruzo la Gran Vía por un momento recuerdo la carretera antigua del Cristo a Malagón, por la que montábamos en bici las tardes de verano de hace 15 años. Bajo este cielo gris recuerdo el cielo azul, rodeada de hormigón recuerdo la panocha amarilla moviéndose lentamente con la brisa del estío y entre el sonido de los claxon vuelve el rumor de la chicharra. Y mis pies siguen estando fríos dentro de mis calcetines de lana mojados.
Mi bicicleta lleva años oxidada en el garaje de mi casa, y el viejo camino comienza a oxidarse también en mi memoria. Y tal vez sea demasiado pronto para que los recuerdos me aguijoneen la conciencia, tal vez sea pronto para sentirme cansada, tal vez el frío sea sólo una cuestión psíquica.
Esta primavera compraré una bici nueva, distinta a la que tuve hace 15 años, como distinta soy yo. La meteré en el coche y bajaré allá donde comenzaba la antigua carretera del Cristo a Malagón, me subiré a ella y miraré hasta donde abarca el valle. Mi tierra sin montañas, la planicie sin fin de mi infancia. Y seguiré el rumor de las nuevas chicharras hasta donde me apetezca. Y lo haré así con cada cosa que no quiero perder nunca. Para no volver a sentir tristeza una tarde de invierno en Madrid. Para disfrutar cada momento como un buen vino, y no desperdiciar vivencias ni sensaciones: porque en el fondo me encanta el invierno en Madrid, y el verano en la Mancha.

FORTUNA

Como cada noche de verano, al caer el crepúsculo sobre los olivos y el valle me dirigí hacia la cancela para echar la cadena que había permanecido todo el día escondida entre unos matojos, al lado de la piedra grande. Como cada noche anduve el camino de tierra que entre todos habíamos limpiado de piedras y rastrojos. Y mientras paseaba parsimoniosamente entre el cantar de los grillos y el olor de la jara, me sentí en paz bajo un influjo especial, como si mis pies apenas tocaran la tierra del camino, como si aquello que me rodeara no fuera más que un inmenso lienzo de color del mayor paisajista jamás conocido. Entonces alguien tiró de mi pantalón por detrás a la altura de la rodilla. Era mi hijo: - “¡Mira papi, la estellita Venus!...”.
Ciertamente es muy difícil ser feliz en esta vida. Ciertamente.




(A mi padre y mi hermano José Ramón)

lunes, abril 04, 2005

4 de abril

Lo que me ocurre, básicamente, es que la ilusión se me vence...pesa como una nube plomiza de las que te dan dolor de cabeza...y no rompe a llover. Nunca rompe a llover.

No quiero ser una chica nublada, prefiero andar sobre un rayo de sol aunque entiendo que no siempre se puede hacer eso. Porque no todos los días se ve el sol, aunque todos los dias salga. Pero no puedo evitar pensar en ciertas cosas, sentir de cierta forma y sobre todo no puedo evitar conservar ciertos recuerdos. Y a veces esos recuerdos quieren que les dedique un poco de tiempo, un poco de tristeza...y alguna lágrima. No me importa, es el precio a pagar por los momentos que fueron buenos y se fueron para siempre. Para siempre. Siempre.
Hoy me toca dedicarles algo de tiempo, para que me dejen partir de nuevo con las velas hinchadas, a perderme en el mar sin rumbo fijo...
Pero hoy no. Hoy mi noche será noche de puerto, de ron y de canciones tristes...




UN AMOR

Por ti junto a los jardines recién florecidos me duelen
los perfumes de primavera.

He olvidado tu rostro, no recuerdo tus manos,
¿cómo besaban tus labios?

Por ti amo las blancas estatuas dormidas en los parques,
las blancas estatuas que no tienen voz ni mirada.

He olvidado tu voz, tu voz alegre.
He olvidado tus ojos.

Como una flor a su perfume, estoy atado a tu recuerdo impreciso.
Estoy cerca del dolor como una herida, si me tocas me dañarás irremediablemente.

Tus caricias me envuelven como las enredaderas a los muros sombríos.
He olvidado tu amor y sin embargo te adivino detrás de todas las ventanas.

Por ti me duelen los pesados perfumes del estío:
Por ti vuelvo a acechar los signos que precipitan los deseos,
las estrellas en fuga, los objetos que caen.




Pablo Neruda

viernes, abril 01, 2005

Para tí, que estás lejos...y nunca lo leerás...aún así

Yo, con mi pesar
mi calma de rubí y mi camisa que antes era gris
Un ademán que intento controlar
pero entiendo que ya no es igual
que estoy aquí y tú no estás
Siempre pienso en esos días que pasaste por mi vida
y que palabra y que canción te gustaría
Siempre pienso en esos días que tu piel era la mía
y como fué que no encontramos la salida
Tú,no llamas más
tu calle de la paz es casi casi más que una señal
un vendaval de arena sin el mar
donde hubo un puerto ya no está
y no hablas más y ya es de noche en la ciudad
Siempre pienso en esos días que pasaste por mi vida
y que palabra y que canción te gustaría
Siempre pienso en esos días que tu piel era la mía
y como fué que no encontramos la salida
Tu recuerdo en mi sofá
y el tiempo que se va
tratando de pensar se me quema un cigarrillo más...

Mikel Erentxun