martes, octubre 04, 2005

EL ESPEJO

Creo que te he visto hoy en el metro. Creo que por un segundo me ha parecido ver tu cara. Pero cuando he ido a mirar mejor se han abierto las puertas y te has esfumado... así que he seguido leyendo entre empujones y gritos. Uno no se entera de lo que lee cuando lee en el metro, pero te da tiempo a leer muchas páginas. Eso está bien.
He venido corriendo al trabajo porque de nuevo llegaba tarde y en las escaleras del metro he pegado un traspiés y casi me esnuco... pero al final he conseguido fichar solo con diez minutos de retraso. Para colmo hoy no funcionaba la fotocopiadora, el café se me ha quedado frío porque me lo he ido dejando aparcado en todas las mesas de mis compañeros de departamento mientras recogía informes, y cuando por fin he conseguido pegarle un trago, casi se lo escupo en la cara a Vicente de la arcada que he sentido. Bueno, mañana desayunaré con más calma... lo intentaré al menos.
A la hora de la comida, también me ha parecido verte en el Burguer. Pero quizá es obsesión. Pasaba casi corriendo con la bandeja en la mano y adiviné tu reflejo en uno de los tablones donde aparecen los menús. Pero al girarme ya no estabas. No debías ser tú.
Volví al trabajo y me tomé un Almax porque la mostaza y los pepinillos me estaban taladrando el alma desde el estómago... ¡y como para perder tiempo está una!.
Cuando he salido ya era de noche. He estado esperando el bus junto con dos docenas más de personas bajo una minicornisa y una lluvia torrencial que ni es de primavera, ni de verano, ni de nada... lo único para lo que sirve es para aguarnos la vuelta a casa a todo el mundo. Y cuando ha llegado el autobús petado hasta arriba, te he vuelto a ver en el reflejo de la puerta. Y ya eran demasiadas coincidencias, nena... Pero no he tenido tiempo para buscarte entre la gente y preguntarte por qué has pasado de los colegas durante tanto tiempo, anda que menuda agendita tenemos, eh?. He subido como he podido, metiendo codazos a diestro y siniestro y me he acoplado en un rincón al lado de una de las puertas de atrás.
He llegado a casa sobre las diez de la noche. Me dolía la espalda y la cabeza y no me apetecía cenar nada. He escuchado los mensajes del contestador sin prestarles mucha atención mientras me preparaba un cola cao caliente y encendía la tele. ..
Me he despertado con un dolor de cuello horrible. Como me fastidia quedarme dormida en el sillón. Son las dos menos cuarto de la mañana. Me he arrastrado como he podido hasta el baño y cuando voy a encender la luz del espejo....

-- “Joder!! Qué susto!! ¿Otra vez tú? En el metro, en el burguer, en el bus... Menuda cara tienes... estoy reventada y me voy a la cama que mañana me espera un infierno en la oficina... un día de estos hablamos. Sin falta. Te lo prometo... Pero, ¿qué haces?, ¿no te irás a poner a llorar?... de verdad que no tengo un minuto libre, pero en cuanto pueda te aviso. Seguro que tenemos muchas cosas que contarnos... “

1 comentario:

Piruleta artesana dijo...

Saber escribir es un don que envidio muchísimo.
Sigue, por favor, me encanta leerte.
Besos