domingo, enero 20, 2008

12 de enero de 2008


La palabra volvió a morir hace unos días. ¿Quién dice que los ángeles son inmortales?. Ya no habitará su alma bajo este cielo gris que todos deberemos sufrir sobre nuestras cabezas, con un poco más de dolor.

Le echarán de menos los que le conocieron, y los que no tuvimos el placer sentiremos igualmente que alguien se nos fue. Porque cuando una persona brillante muere, el mundo alrededor hasta allá donde alcanzaba su luz, se vuelve más oscuro, más inhóspito también.

Cuando una fuente se seca, sientes horrible la sed que tendrás en el futuro. Y qué hemos de hacerle. Bastante regó nuestros campos, ojalá florezcan y otros se encarguen de multiplicarlos. Yo haré lo propio. Nunca dejaré de leerle, para mí y para otros.



Honda y llanamente, gracias Ángel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Él decía en uno de sus versos:
"Nunca hizo un invierno tan frío como éste"
Sin su palabra, sentiremos siempre el frío de su ausencia, de su pluma quieta encima de su mesa.