martes, diciembre 27, 2005

VERANO


Parece que por fin el verano ha llegado a Madrid. Lo veo pasar por delante de mi casa con la maleta en la mano. Seguramente llega de Atocha y se va a quedar en Lavapiés.
Él llega y tú, que te fuiste en otoño, no vuelves con él. Pensé que llegarías con la primavera, pero no fue así. Y el verano tampoco te trae de vuelta. Quizá te fuiste para no volver. O quizá fui yo la que se quedó aquí para no irse nunca. Para no irme contigo a ese norte que no conozco y me duele desde la ignorancia. Te llevaste mi alma en la maleta y dejaste mi cuerpo en la ciudad.
Hace dos años no existía más geografía para nosotros que las calles que hoy recorro sola. Pero tú ya no podías más y una mañana de octubre cogiste un autobús en Méndez Álvaro. La tristeza acaba con todo.
Y mientras veo desde mi balcón como el verano despliega sus colores por la calle en la que vivo, me imagino como será allá donde tú estés. Sin Retiro, sin Santa Ana, sin Latina, sin Segovia... y sin mí. Sólo alcanzo a pensar que el vacío que siento a mi lado cuando camino, no será el mismo que puedas sentir tú cuando caminas, ¿o acaso podría yo dejar vacío en escenarios en los que no he estado?... ¿Encontrarás alguna plaza como nuestra plaza? ¿algún cine como nuestro cine? ¿algún café como nuestro café?... (alguna cama como mi cama...).

Da igual donde estés, o lo que encuentres, o lo que eches de menos desde allí. Lo que importa es que aquí el verano, como la primavera y el invierno antes que él siguen respetando tu vacío. Esperando conmigo a que quieras volver.
(junio 2002)

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