lunes, febrero 06, 2006

BRÚJULA


Desde aquí es difícil escribirte. Apenas tengo espacio en este espacio que no es mío ni de ninguno de los que conmigo lo comparten. Pero ojalá estuvieras aquí llenando con tu presencia el poco espacio que me rodea. Se va haciendo de noche y van dos días que no como. Cuesta conciliar el sueño cuando el hambre te devora las entrañas, pero una vez que se consigue es el mejor momento del día. Cada vez ansío más la llegada de la noche y me siento más débil cuando llega el alba.
Cada vez siento menos fuerzas para seguir adelante, pero cuando así me siento pienso en lo que me espera al llegar y las fuerzas vuelven a mí. Llegan con la forma de tu recuerdo y se quedan con el olor de la tierra seca de la playa y de la libertad que allí tendré para vivir contigo por fin, para poder trabajar y tener una casa y comida a diario… Otra vez la comida. Me suenan las tripas y se me nubla la vista. Apenas nos queda agua pero ya no debe quedar mucho camino, muchas estelas en la mar para llegar, como ese poema tan bonito que me mandaste.
La noche está cerrada y aunque el mar no está tan en calma como me gustaría, puede una dar una cabezadita cuando el sueño después de tantas horas llega y nos golpea en la nuca. Y cuando vuelvo a despertar y siento frío, miro hacia arriba y veo las estrellas que son las luces que me van guiando hacia ti. Además también me conforta saber que tú hiciste el mismo viaje que yo. Ahora seré igual que tú en esto también. Seré fuerte como tú. En nuestro país eso no lo entienden, pero tú si lo entendías y por eso no he podido dejar de ser tu compañera desde que te conocí. Cuando tú me miras a los ojos, me miras desde el mismo sentimiento que yo te doy, nunca me has mirado desde arriba, nunca me has tocado desde arriba… Siempre me has querido desde mi altura, aunque yo sea tan bajita, me parece que nuestro amor nos ha hecho más grandes a los dos.

Ay, otra vez el frío, y este vaivén… cada vez siento más sueño, o tal vez sea cansancio. Voy a intentar dormir un poquito. Intentaré dormir y soñar que cuando despierte habremos llegado a la playa y tú me estarás esperando donde acordamos, y con tus abrazos recobraré el calor y la vida. Porque también estoy dejando un poco de vida en este viaje. Es tan fácil dejar la vida enganchada en las olas que nos mueven de un lado a otro; en el frío que sobre todo por la noche nos corta los pies y las manos y nos saca del sueño al que difícilmente podemos llegar; y sobre todo en el hambre y la sed… Es fácil dejar la vida en el camino. Pero yo no lo haré, nunca he perdido algo que no es mío, y ya sabes que mi vida, te pertenece a ti.

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