viernes, febrero 17, 2006

HACE UN AÑO...



Estoy enamorada. Estoy enamorada y tengo el corazón suave como el algodón. Su nombre lo acaricia cuando pienso en él. El hombre al que pertenece mi amor es valiente y sincero, y cuando me mira lo hace esperando siempre que yo me mire en él. Estoy enamorada de él desde siempre, desde que nací, desde que nació la primera mujer en la tierra, desde que la primera mujer se enamoro del primer hombre. Le amo con calma, y le amo con pasión. Él dice que nunca ha conocido a nadie como yo y yo nunca he conocido a nadie como él, y qué alegría que ambos quisimos conocer algo más de lo que ya conocíamos de antes. Qué alegría ser valientes.

Sé lo que es el desamor, la desesperanza, la ansiedad y la soledad. Conozco todas las gamas del color azul de la tristeza y los grises de la monotonía. Y ahora están fuera de mi vida, son un reflejo de una pena pasada que no mueve molino. Me enamoré anteriormente, y amé mucho. Y en ocasiones me rechazaron, o desaparecieron sin decir nada, o me utilizaron aprovechando que yo me dejé un poco utilizar… y lo cierto es que el dolor no te hace ni más fuerte ni más dura: te hace más mujer. Y eso le ha ayudado a él a reconocerme de entre el resto de chicas que no saben muy bien de donde vienen y con quién se van… Ahora que él me pregunta con su sonrisa --¿puedo acompañarla, señorita?-- Yo le respondo con la mía -- si decide hacerlo le advierto que el camino será largo…--y él responde a su vez-- mejor que mejor… Y no puedo compararlo a nada conocido con anterioridad porque el sentimiento que despierta es imposible en el abanico de sentimientos que el resto de la humanidad pudiera regalarme. Quiere ser testigo de mi vida y de mis sueños y me entrega los suyos poniéndolos con cuidado en mis manos como una ofrenda. Y los suyos y los míos engendran cada noche entre las sábanas sueños nuevos que nos pertenecen a ambos. Y le quiero por eso. Y me encanta con la magia de sus ganas de vivir.
Saber que no me pertenece y que no le pertenezco y que nos acompañaremos siempre por decisión propia me hace muy feliz. Y abrir los ojos cada mañana y elegirnos un día más mutuamente me hace creer en todo lo que siempre ha movido el mundo para mí: el amor, la libertad y la risa.
Te amo. Estés donde estés, de nuevo… Vuelve pronto que llevas demasiados años sin llegar. Déjame amar como quiero amar. Déjame ser contigo. Sé quien eres conmigo. Sé en mí que quiero ser en ti.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Todavia no se lo que es sentir eso.
Enhorabuena y sobretodo a él por ser tan afortunado y hacerte sentir tan feliz.

Anónimo dijo...

Llegará un día, Candy... :) En cuanto a lo afortunado que soy, no lo sabes bien.

Un beso,
P.

Piruleta artesana dijo...

Me alegro sinceramente de tu felicidad, porque tú lo vales, reina. Y me alegro también porque disfruto muchísimo leyendote. OLE!!!!! menuda facilidad para expresarse!!!! (Envidia cochina me da)

Besazos y muchísima suerte!!!

Anónimo dijo...

Escribes muy bien, pero muy poco. Cuando alguien se decide a escribir deberia comprender que su compromiso no debe ser cicatero. Se escribe para que se lea, y quien lo lee espera mas, si es bueno. Si no hay nada despues, es una manera de morir en plena vida. ¡Escribe modorra!, que para leerte siempre estamos algunos, según leo.